sábado, 9 de abril de 2011

Pensamiento complejo y ecología de la acción

Obras de Edgar Morin
Angélica Sátiro entrevista a Edgar Morin


Pensamiento complejo y ecología de la acción

Entrevista publicada en Iniciativa Socialista número 75, primavera 2005. Angélica Sátiro es escritora y educadora. Investiga la relación ética/creatividad en la Universidad de Barcelona. La entrevista fue publicada en portugués en las revistas Crearmundos (www.telefonica.net/web/crearmundos) y Linha Direta. Traducción al castellano de Armando Montes, con autorización y revisión de Angélica Sátiro (angelsatiro@hotmail.com), a la que corresponden los derechos de reproducción o traducción a otras lenguas. Edgar Morin fue uno de los fundadores de la revista Transversales Science Culture, con la que Iniciativa Socialista mantuvo durante varios años un acuerdo para la publicación en España de un suplemento “Transversales en castellano” hasta que TSC dejó de publicarse en papel.


Edgar Morin (París, 1921) es uno de los principales pensadores del siglo XX. Es doctor honoris causa en universidades de diversos países, como Italia, Portugal, España, Dinamarca, Grecia, México, Bolivia y Brasil. Para estudiar los problemas de lo humano y del mundo contemporáneo, atraviesa diversas áreas del conocimiento: biología, física, ciencias humanas... Tiene una formación pluridisciplinar, y es sociólogo, antropólogo, historiador, geógrafo y filósofo, pero ante todo es un intelectual libre que nos propone una visión transdisciplinar del pensamiento. Es autor de más de cuarenta libros de epistemología, sociología política y antropología. Merece ser destacada su obra El Método [de la que ha aparecido recientemente su quinto volumen], sobre la transformación de las ciencias y su impacto en la sociedad contemporánea. Es Director de investigación emérito del Centro de Estudios Transdisciplinares en la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París, presidente de la Agencia Europea de Cultura de la UNESCO y presidente de la Asociación de Pensamiento Complejo. Le apasionan las artes, la literatura y el cine en particular. Durante la II Guerra Mundial combatió en la resistencia francesa entre los años 1942 y 1944, y ha luchado contra el nazismo y el estalinismo.


El encuentro tuvo lugar en el escenario gótico de la Universidad de Girona, a la que Edgar Morin había sido invitado por el profesor José María Terricabras, de la Cátedra Ferrater Mora, a quien debo mi mayor agradecimiento por haber facilitado esta entrevista.


Ángela Sátiro.- ¿Cuál es la educación necesaria para el siglo XXI?

Edgar Morin.- La educación tiene que ser reorganizada totalmente. Y esa reorganización no se refiere al acto de enseñar, sino a la lucha contra los defectos del sistema, cada vez mayores. Por ejemplo, la enseñanza de disciplinas separadas y sin ninguna intercomunicación produce una fragmentación y una dispersión que nos impide ver cosas cada vez más importantes en el mundo. Hay problemas centrales y fundamentales que permanecen completamente ignorados u olvidados, y que, sin embargo, son importantes para cualquier sociedad y cualquier cultura.


AS.- ¿Se refiere al estudio de los “siete saberes necesarios para la educación del futuro”?

[Edgar MORIN, Les sept savoirs nécessaires à l’éducation du futur, SEUIL, Septembre 2000] EM.- Sí, me refiero a esos saberes, que implican... - Una educación que reconozca las cegueras del conocimiento, sus errores e ilusiones. - Una educación que asuma los principios de un conocimiento pertinente. - La enseñanza de la condición humana. - La enseñanza de la identidad planetaria. - La capacitación para hacer frente a las incertidumbres. - La enseñanza de la comprensión. - La enseñanza de la ética del género humano.


AS.- ¿Podría hacer un comentario más detallado...?

EM.- Reconocer las cegueras del entendimiento, sus errores y sus ilusiones, quiere decir asumir el acto de conocer como una especie de traducción, no como una correcta foto de la realidad. Se trata de preparar nuestras mentes para el combate vital por la lucidez, y eso significa que hay que estar siempre buscando cómo conocer el propio acto de conocer. Cuando se habla de asumir los principios del conocimiento pertinente, se entiende por ello la necesidad de enseñar los métodos que permitan aprehender las relaciones mutuas y las influencias recíprocas entre las partes y el todo de este mundo complejo. Se trata de desarrollar una actitud mental capaz de abordar problemas globales que contextualizan sus informaciones parciales y locales. Enseñar la condición humana debería ser el objeto esencial de cualquier sistema de enseñanza, y eso pasa por tomar en consideración conocimientos que se encuentran dispersos entre varias disciplinas, como las ciencias naturales, las ciencias humanas, la literatura y la filosofía. Las nuevas generaciones necesitan conocer la diversidad y la unidad de lo humano. Enseñar la identidad planetaria se refiere a mostrar la complejidad de la crisis planetaria que caracterizó el siglo XX. Se trata de enseñar la historia de la era planetaria, mostrando cómo todas las partes del mundo necesitan ser intersolidarias, dado que enfrentan los mismos problemas de vida y muerte. Hay que hacer frente a las incertidumbres que se han puesto de manifiesto a lo largo del siglo XX, a través de la microfísica, la termodinámica, la cosmología, la biología evolutiva, las neurociencias y las ciencias históricas. Hay que aprender a navegar en el océano de las incertidumbres a través de los archipiélagos de las certezas. La comprensión es tanto medio como fin de la comunicación humana, por lo que no es algo que la educación pueda pasar por alto. Para eso, es necesaria una reforma de las mentalidades. Por ética del género humano entiendo un enfoque que considere al individuo, a la sociedad y a la especie. Eso no se enseña con lecciones de moral, pues pasa por la conciencia de sí mismo que el ser humano va adquiriendo como individuo, como parte de la sociedad y como parte de la especie humana. Eso implica concebir la humanidad como una comunidad planetaria compuesta por individuos que viven en democracias.


AS.- Su propuesta es muy interesante, pero parece ir contra un movimiento que ha tenido lugar en España y en Brasil, dirigido a la realización de evaluaciones que midan la cantidad de conocimiento dado por esas disciplinas fragmentadas. Los datos procedentes de esas evaluaciones servirían para establecer una media nacional educativa y para separar a los alumnos según el grado de información que sean capaces de retener. ¿Cómo ve usted este tipo de iniciativas?

EM.- No estoy a favor de ningún tipo de segregación. A lo largo de la vida pasamos por todo: atrasos, progresos, encuentros, desencuentros, crisis. Este tipo de evaluación es una forma de segregación que no ayuda a organizar el conocimiento y las relaciones entre las distintas informaciones. Los datos y hechos que pueden caber en evaluaciones de ese tipo no son conocimientos, representan un vacío que no refleja ninguno de los siete saberes enunciados anteriormente.


AS.- Otro contraejemplo para esa idea podría ser lo ocurrido el 11 de septiembre de 2001, ¿no es cierto?

EM.- Su pregunta es muy importante y exigiría una respuesta que rebasa el tiempo que tenemos para esta entrevista. Pero voy a intentar resumir lo que pienso sobre eso. Hemos oído hablar de choques de civilizaciones en discursos pesimistas que dan muestra de un pesimismo simétrico que marcha en una trágica dirección. Por un lado, el fenómeno de la modernización basada en la homogeneización general suscita diversas tipos de reacción en las civilizaciones más antiguas. Se aferran a su pasado, a sus raíces y a su religión, porque tienen miedo de perder su identidad. Por otro lado, en el mundo occidental fracasó la fe en el progreso tecnológico y económico que nos conduciría a un mundo mejor. Ahora sabemos que ese progreso puede generar, incluso, el fin del mundo con una guerra atómica. Pero no debemos pensar que las posibles consecuencias de ese momento están históricamente determinadas. Y, por tanto, no debemos aceptar la idea de que la guerra es inevitable.


AS.- Pero parece que hay otros indicios que también van en dirección contraria a lo que usted propone. Tanto en Europa como en otros países del mundo, la extrema derecha avanza de un modo evidente. ¿Qué opina de ese retorno de la extrema derecha?

EM.- Sí, hay una resurrección de cosas del pasado que deberían haber sido olvidadas hace largo tiempo. Pero la pregunta es si seguirá siendo minoritario y localizado o podrá llegar a alcanzar grandes dimensiones en todo el mundo. Esto está ocurriendo como consecuencia del clima de incertidumbre actual y de esa política del “día a día” que no da esperanzas de mejora a sus ciudadanos. La globalización y la inmigración, procedente principalmente de África y de América del Sur, ha generado en Europa un aumento de la necesidad de identidad nacional. Esa identidad de patria fragiliza las relaciones internacionales y ha dado lugar a numerosos actos racistas. En la forma en que está teniendo lugar, la inmigración ha influido sobre problemas muy complejos, como la marginalización, la delincuencia juvenil y el consecuente aumento de la violencia urbana. Tal y como aparecen, esos factores favorecen a la extrema derecha. Pero insisto en que no hay determinismos, el futuro está sin escribir y el peligro no es inevitable. Tenemos que estar vigilantes para que no crezca, pero no es un estado de continua alarma como si fuese un mal inevitable. Podemos contraponernos a todo eso con la educación. Esa es la razón que me ha guiado al desarrollar los últimos volúmenes de El Método. El quinto volumen está dedicado a la educación, y en el sexto volumen desarrollo mi propuesta ética de resistencia a la crueldad del mundo.


AS.- ¿Cuáles son las líneas generales de su propuesta ética?

EM.- Hablo de autoética, socioética, antropo-ética y de ética planetaria. Veo al individuo, a la sociedad y a la especie como categorías interdependientes. Ante la complejidad contemporánea no podemos descartar ninguna de esas tres perspectivas. El problema actual de la ética no es el deber, la prescripción, la norma. No necesitamos imperativos categóricos. Lo que necesitamos es saber si el resultado de nuestras acciones está en correspondencia con lo que querríamos para nosotros mismos, para la sociedad, para el planeta. No basta con tener buena voluntad, en cuyo nombre fueron cometidas innumerables acciones desastrosas. Mi ética es una ética del buen pensar y en eso está implícita toda mi idea del pensamiento complejo.


AS.- ¿Podría hacer una síntesis de su teoría del pensamiento complejo?

EM.- Muchos ven en mí a un sintetizador y unificador que, afirmativo y suficiente, trata de presentar una teoría sistemática y global. Pero debo admitir que eso es un engaño, no puedo sacar de la chistera ninguna teoría diciendo “¡aquí estoy, tiren a la basura sus paradigmas anteriores!”. Claro está que la propuesta de pensamiento complejo es fruto de un esfuerzo para articular saberes dispersos, diversos y adversos entre sí. Pero la propia idea de complejidad excluye la posibilidad de unificar, pues una vez que parte de la incertidumbre debe admitir el reconocimiento cara a cara con lo indecible. La complejidad no es una receta que voy distribuyendo. Sólo es una invitación para una civilización de las ideas. El pensamiento complejo es una unión entre simplicidad y complejidad, lo que implica procesos como seleccionar, jerarquizar, separar, reducir y globalizar. Se trata de articular lo que está disociado. Pero no es una unión superficial, ya que esa relación es al mismo tiempo antagónica y complementaria.


AS.- ¿Algun mensaje especial para los lectores de esta entrevista?

EM.- ¡Qué sigamos con nuestra ecología de la acción!


AS.- Agradezco al profesor Josep María Terricabras y a la Cátedra Ferrater Mora de la Universidad de Girona el apoyo dado para la realización de la entrevista, así como a la profesora Irene de Puig por toda la información que me ha facilitado. Y a Edgar Morin le agradezco su actitud durante esta entrevista, en la que ha demostrado ser coherente con las ideas que presenta. Con su permiso, cierro la entrevista citándole: Habitamos la Tierra. Citamos a Hölderlín y completamos su frase diciendo: prosaica y poéticamente, el hombre habita la Tierra. Prosaicamente (trabajando, fijándose objetivos prácticos, intentando sobrevivir) y poéticamente (cantando, soñando, gozando, amando, admirando), habitamos la Tierra. La vida humana está tejida de prosa y poesía. La poesía no es sólo un género literario, es también un modo de vivir la participación, el amor, el fervor, la comunión, la exaltación, el rito, la fiesta, la embriaguez, la danza, el canto que transfigura definitivamente la vida prosaica hecha de tareas prácticas, utilitarias y técnicas. Así, el ser humano habla dos lenguajes a partir de su idioma. El primero denota, objetiva, se fundamenta en la lógica del tercio excluso. El segundo habla a través de la connotación, de los significados contextualizados que rodean cada palabra, de las metáforas, de las analogías, intenta traducir emociones y sentimientos, permite expresar el alma (...) En el estado poético, el segundo estado se convierte en el primero. Espero que esta entrevista inspire al lector a seguir educando prosaica y poéticamente, recordando que un estado puede convertirse en el otro.



CARTA DE LA TRANSDISCIPLINARIEDAD DE EDGAR MORIN

Convento de Arrábida, noviembre de 1994 Preámbulo Considerando que: — La proliferación actual de las disciplinas académicas y no-académicas conducen a un crecimiento exponencial del saber que hace imposible toda mirada global del ser humano. — Sólo una inteligencia que dé cuenta de la dimensión planetaria de los conflictos actuales podrá hacer frente a la complejidad de nuestro mundo y al desafío contemporáneo de la autodestrucción material y espiritual de nuestra especie. — La vida está seriamente amenazada por una tecnociencia triunfante, que sólo obedece a la lógica horrorosa de la eficacia por la eficacia. — La ruptura contemporánea entre un saber cada vez más acumulativo y un ser interior cada vez más empobrecido conduce a un ascenso de un nuevo oscurantismo, cuyas consecuencias en el plano individual y social son incalculables. — El crecimiento de los saberes, sin precedente en la historia, aumenta la desigualdad entre aquellos que los poseen y los que carecen de ellos, engendrando así desigualdades crecientes en el seno de los pueblos y entre las naciones de nuestro planeta. — Al mismo tiempo que todos los desafíos enunciados tienen su contraparte de esperanza y que el crecimiento extraordinario de los saberes puede conducir, a largo plazo, a una mutación comparable al pasaje de los homínidos a la especie humana.


Considerando lo que precede, los participantes del Primer Congreso Mundial de Transdisciplinariedad (Convento de Arrábida, Portugal, noviembre, 2 a 7 de 1994) adoptan la presente Carta como un conjunto de principios fundamentales de la comunidad de espíritus transdisciplinarios, constituyendo un contrato moral que todo signatario de esta Carta hace consigo mismo, fuera de toda coacción jurídica e institucional.


Artículo 1: Toda tentativa de reducir al ser humano a una definición y de disolverlo en estructuras formales, cualesquiera que sean, es incompatible con la visión transdisciplinaria.


Artículo 2: El reconocimiento de la existencia de diferentes niveles de realidad, regidos por diferentes lógicas, es inherente a la actitud transdisciplinaria. Toda tentativa de reducir la realidad a un solo nivel, regido por una única lógica, no se sitúa en el campo de la transdisciplinariedad.


Artículo 3: La transdisciplinariedad es complementaria al enfoque disciplinario; hace emerger de la confrontación de las disciplinas nuevos datos que las articulan entre sí, y nos ofrece una nueva visión de la naturaleza y de la realidad. La transdisciplinariedad no busca el dominio de muchas disciplinas, sino la apertura de todas las disciplinas a aquellos que las atraviesan y las trascienden.


Artículo 4: La clave de la bóveda de la transdisciplinariedad reside en la unificación semántica y operativa de las acepciones a través y más allá de las disciplinas. Ello presupone una racionalidad abierta, a través de una nueva mirada sobre la relatividad de las nociones de "definición" y "objetividad". El formalismo excesivo, la absolutización de la objetividad, que comporta la exclusión del sujeto, conducen al empobrecimiento.


Artículo 5: La visión transdisciplinaria es decididamente abierta en la medida que ella trasciende el dominio de las ciencias exactas por su diálogo y su reconciliación, no solamente con las ciencias humanas sino también con el arte, la literatura, la poesía y la experiencia interior.


Artículo 6: En relación a la interdisciplinariedad y a la multidisciplinariedad, la transdisciplinariedad es multirreferencial y multidimensional. Tomando en cuenta las concepciones de tiempo y de historia, la transdisciplinariedad no excluye la existencia de un horizonte transhistórico.


Artículo 7: La transdisciplinariedad no constituye una nueva religión, ni una nueva filosofía, ni una nueva metafísica, ni una ciencia de las ciencias.


Artículo 8: La dignidad del ser humano es también de orden cósmico y planetario. La operación del ser humano sobre la Tierra es una de las etapas de la historia del universo. El reconocimiento de la Tierra como patria es uno de los imperativos de la transdisciplinariedad. Todo ser humano tiene derecho a una nacionalidad, pero, a título de habitante de la Tierra, él es al mismo tiempo un ser transnacional. El reconocimiento por el derecho internacional de la doble pertenencia —a una nación y a la Tierra— constituye uno de los objetivos de la investigación transdisciplinaria.


Artículo 9: La transdisciplinariedad conduce a una actitud abierta hacia los mitos y las religiones y hacia quienes los respetan en un espíritu transdisciplinario.


Artículo 10: No hay un lugar cultural privilegiado desde donde se pueda juzgar a las otras culturas. El enfoque transdisciplinario es en sí mismo transcultural.


Artículo 11: Una educación auténtica no puede privilegiar la abstracción en el conocimiento. Debe enseñar a contextualizar, concretar y globalizar. La educación transdisciplinaria reevalúa el rol de la intuición, del imaginario, de la sensibilidad y del cuerpo en la transmisión de los conocimientos.


Artículo 12: La elaboración de una economía transdisciplinaria está fundada sobre el postulado de que la economía debe estar al servicio del ser humano y no a la inversa.


Artículo 13: La ética transdisciplinaria rechaza toda actitud que niegue el diálogo y la discusión, cualquiera sea su origen, ideológico, cientista, religioso, económico, político, filosófico. El saber compartido debería conducir a una comprensión compartida, fundada sobre el respeto absoluto de las alteridades unidas por la vida común sobre una sola y misma Tierra.


Artículo 14: Rigor, apertura y tolerancia son las características fundamentales de la actitud y visión transdisciplinaria. El rigor en la argumentación, que toma en cuenta todas las cuestiones, es la mejor protección respecto de las desviaciones posibles. La apertura incluye la aceptación de lo desconocido, de lo inesperado y de lo imprevisible. La tolerancia es el reconocimiento del derecho a las ideas y verdades contrarias a las nuestras.


Artículo final: La presente Carta de la Transdisciplinariedad es adoptada por los participantes del Primer Congreso de la Transdisciplinariedad, no valiéndose de ninguna otra autoridad que aquella de su obra y de su actividad. De acuerdo a los procedimientos, que serán definidos de acuerdo con los espíritus transdisciplinarios de todos los países, la Carta está abierta a la firma de todo ser humano interesado por las medidas progresivas del orden nacional, internacional y transnacional para la aplicación de sus artículos en la vida.


Convento de Arrábida, 6 de noviembre de 1994 José ANES - André ASTIER - Jeanne BASTIEN - René BERGER François BIANCHI - Gérard BLUMEN - Lais P. BRANDINI - Jorge BRITO - Jacqueline CAHEN-MOREL - Michel CAMUS - Antonio CASTEL BRANCO - Costin CAZABAN - Laura CERRATO - Oliver COSTA DE BEAUREGARD - Maurice COUQUIAUD - Ubiratan D'AMBROSIO - Manuel DA COSTA LOBO - Adriana DALCIN - Nicola DALLAPORTA - Robert DE BEAUGRANDE - Marc Williams DEBONO - Isabel María DE CARVALHOVIEIRA - Giuseppe DEL RE - Javier DE MESONE - Michele DUCLOS - Gilbert DURAND - Ruth ESCOBAR - María FERNANDEZ - Raquel GONÇALVEZ - Georges GUELFAND - Helle HARTVIG DE FREITAS - José HARTVIG DE FREITAS - Eiji HATTORI - Phil HAWES - André JACOB - Roberto JUARROZ - Anthony JUDGE - Jacqueline KELEN - Jacques LAFAIT - Ghislaine LAFAIT-HÉMARD - LIMA DE FREITAS - Salomon MARCUS - Michel MATHI~N - Edgar MORIN - Raúl NICOLAU - Domingo MOTTA - Edmond NOCOLAU - Basarab NICOLESCU - Alain ORIOL - Patrick PAUL - Odette PÉTREQUIN - Jean-Marc PHILIPPE - Patricia PROUS-LAABEYRIE - Philippe QUÉAU - Daniel RABY - Michel RANDOM - Lucía SANTAELLA-BRAGA - Elisabeth SAPORITI - Luigi SECCO - Jules SIX - Luis SOUSA RIBEIRO - Dominique TEMPLE - Ana María VIEIRA.


Consideraciones básicas del pensamiento complejo de Edgar Morin, en la educación


José Miguel Pereira Chaves(1)


Académico de la Escuela de Ciencias Biológicas, Universidad Nacional Heredia, Costa Rica


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