martes, 17 de enero de 2012

La violencia entre estudiantes en América Latina es un problema grave para la región



En el mundo, la violencia se incrementa cada día. Se verifica en las calles, en las instituciones educativas y hasta en el hogar. Son diferentes formas de violencia: violencia verbal, psicológica y física.
Los niños y las niñas en sus instituciones educativas son víctimas de violencia verbal, psicológica y física por parte de sus compañeros, compañeras y profesores(as). No obstante que en forma permanente hablamos de la educación integral, todavía está muy distante de producirse. Los maestros y maestras enfatizamos mucho en el desarrollo de las capacidades cognitivas, incluso asumiendo que la inteligencia radica en la habilidad para resolver problemas matemáticos y en el manejo adecuado de la gramática, sin embargo, restamos importancia al desarrollo de la inteligencia emocional. Es decir no valoramos las competencias personales, interpersonales y sociales que tienen las personas.


Mayer y Salovey (1997) en cuyo modelo se considera la Inteligencia Emocional una habilidad mental específica plantean que “La inteligencia emocional implica la habilidad de percibir, valorar y expresar emociones con precisión; la habilidad de acceder y generar sentimientos para facilitar el pensamiento; la habilidad para comprender emociones y conocimiento emocional; la habilidad para regular emociones que promuevan el crecimiento intelectual y emocional”.


No habrá reforma educativa que tenga éxito sino se considera al ser humano desde su complejidad y por tanto, desde esta perspectiva diseñar la atención que se le brinde. Sin embargo, somos conscientes que el Perú es un país de desigualdades, donde un gran porcentaje de estudiantes, sobre todo en los sectores menos favorecidos, provienen de hogares con serios problemas emocionales, sociales y económicos, situación que se convierte en un reto mayor para la escuela. Esta institución se convierte, muchas veces, en el único espacio donde el niño y la niña tienen para aprender a SER personas y a humanizarse, es decir, para desarrollar su autoestima, su resiliencia y sus habilidades sociales.


Salovey y Mayer, (1990) iniciaron el estudio del papel de las habilidades emocionales en el aprendizaje, proponiendo una teoría de IE en la literatura académica, con la esperanza de integrar la parte emocional en los currículos escolares (Fernández-Berrocal & Extremera, 2008), sin embargo si analizamos las programaciones diversificadas, podemos observar que el aspecto afectivo-social solamente es referencial, que se sigue enfatizando en lo cognitivo, que por sí es importante, pero que no contribuye significativamente al logro de la Felicidad y a mejorar la calidad de vida de las personas.

Necesitamos una educación que priorice al ser humano como ser social, que lo oriente para que aprenda a respetar y respetarse. Educación que se traduzca en un cambio de la forma de pensamiento, que conduzca al desarrollo de la comprensión humana y de una «antropo-ética» que nos permita concebir la Humanidad como una comunidad planetaria con voluntad de realizar la ciudadanía terrenal, como expresa Morín.( 1999)

Hermila Amoroto