Artìculos diversos

MIS EXPERIENCIAS CON UNA MAESTRA DE ESCUELA RURAL UNIDOCENTE
El liderazgo y la gestión en las escuelas rurales unidocentes

Hermila Amoroto Aranda

En las zonas rurales alejadas de la ciudad, existen una gran cantidad de escuelas unidocentes, en las que una sola maestra o un maestro  atienden  a todos los grados de la educación primaria, realizando las múltiples funciones de gestión, docencia y proyección a la comunidad.

El recuerdo de mi experiencia se remonta a finales de la década de los 50, en un pueblito llamado Aragostay. En este lugar la escuela se ubicaba en el centro del pueblo,  al borde del camino y rodeada de muchas casas. A la escuela asistían,  de lunes a viernes en la mañana y en la tarde, y el sábado por la mañana, los niños, hijos e hijas de los vecinos más cercanos y dos niñas, hijas de unos terratenientes del lugar. Eran aproximadamente 20 niños los que llenaban el salón de clase, entre transición y  quinto año de primaria.
Gracias a la gestión de la maestra, la escuela se convirtió en un espacio amplio, muy limpio, con muchas plantas, con ambientes destinados a las aulas y otro para la vivienda.  Se arreglaron las carpetas, se abrieron ventanas y se convirtió en un lugar  a donde llegaban los moradores para conversar diferentes aspectos de la vida comunitaria.
Al inicio, a la escuela no iban todos los niños y niñas, pues los hijos de los campesinos que vivían alejados no eran matriculados por sus padres; sin embargo en el último año, se incrementó significativamente  el número de estudiantes.
Los sábados, por la tarde, se realizaba la alfabetización de adultos. No era un grupo numeroso, serían aproximadamente 5 ò 6 personas que asistían con cierta frecuencia.  En el grupo me impactó el caso de una señora  que aprendió motivada por su esposo, un señor muy  educado. En este caso el estímulo que para ella representaba ponerse en un mejor nivel cultural acorde con su esposo, fue el elemento que le permitió aprender  en un tiempo relativamente corto.

Es bonito recordar ese lugar, con su clima templado y una buena producción de fruta, a pesar de la distancia y de lo difícil que era llegar. La maestra viajaba a Huamachuco, capital de la Provincia, solamente dos veces al año, en julio y en diciembre. Las reuniones de concentración, que eran cada tres meses aproximadamente se realizaban en Aricapampa.  En este lugar se ubicaba la Inspectoría. El Sr. Ford era el Inspector. Este era  un caballero muy gentil, que se expresaba con cordialidad, siempre sonriendo y motivando a los profesores para que mejoren su desempeño. Producto de estas reuniones, muchos profesores continuaron sus estudios de Perfeccionamiento Magisterial  en la ciudad de Trujillo, durante las vacaciones de enero a marzo, con el propósito de obtener su Título de Maestros. En este grupo estuvo la maestra Mercedes, directora-docente de la Escuela de Aragostay.
Algunos años después, ella hizo una permuta y fue a trabajar en un caserío totalmente diferente, en el otro extremo de la provincia, en Challuate, ubicado en zona de Puna, donde la temperatura bajaba a menos de 0ºC, con neblina y llovizna permanente. La escuela  lucía siempre desolada, triste, aislada, y por la noche se escuchaba cantar a los tucos y a las gallaretas y en el día revivía  con la bulla de los niños. Se podía disfrutar de un riachuelo que corría  juguetón y alegre, casi junto a la escuela. Desde el patio, mirando hacia el frente,  como a unos 2 ò 3 kilómetros,se veía una casita que cada mañana humeaba y a pesar de la distancia era como si la luz tenue y el humo lo acercaran, porque a eso de las 9 de la mañana comenzaban a llegar los niños desde diferentes lugares.
En este lugar eran como 15 niños y solamente 2 o 3 niñas a quienes la maestra había insistido tanto que las matriculen y fue más por amistad con ella que por la educación misma. Al año siguiente se incrementó la matrícula, incluso comenzaron a asistir niños mayores a su edad escolar y dos niñas más. También se arregló la infraestructura de la escuela, cambiando el techo de la misma y construyendo un pequeño huerto en el patio posterior.
Muchas veces, la maestra cocinaba con las mamás y compartía con ellas la comida. Analizando el hecho, después de tantos años, puedo ver  que estas reuniones servían como espacios para motivar, en las madres y en las niñas que no asistían a la escuela, el deseo de cambio, de superación personal. En este lugar también iban señores para que la maestra les enseñe a leer y escribir; pero no recuerdo a ninguna señora aprendiendo a leer. Esta experiencia duró como año y medio.
Después de este lugar nos fuimos a otro caserío llamado El Toro, también zona rural, que distaba solamente 3 Km de Huamachuco, finalmente cerca. El toro se caracterizaba porque la mayor parte de los habitantes varones eran herreros  y en sus fraguas confeccionaban todo tipo de herramientas metálicas. Era toda una exhibición de luces y golpes metálicos ver como una varilla de fierro iba tomando forma de barreta, de pico, de cuchillo, etc.
En este lugar había dos escuelas, distantes, aproximadamente ,1 Km la una de la otra. La maestra se hizo cargo de la escuela de niñas y la otra era de niños, atendida por un profesor. No obstante ser los años 60, la escuela de varones tenía mayor población escolar y los mismos padres iban a matricular a sus hijos, en el mes de marzo;  sin embargo para matricular a las niñas se tenía que ir hasta sus casas, insistir con los padres,  hasta lograr la matrícula. La escuela tenía un sólo ambiente donde la maestra atendía desde transición hasta quinto grado, màs como la escuela se ubicaba junto a la Iglesia, el atrio de la misma servía como un aula abierta donde un grupo de niños hacían sus trabajos y la maestra iba de aquí para allá, constantemente y todos los días. La escuela quedaba al pie de un cerro y a medio  quilómetro, en una bajadita hay un río, que en esa época era hermoso, limpio, cristalino. Hasta ese río, la maestra llevaba con frecuencia a las niñas para enseñarles a lavarse con esmero y  alegría. Era una clase muy interesante aprender in situ, ver que el agua discurre porque no tiene forma; ver el fondo del río porque el agua es incolora; que era fuente de vida porque en la rivera crecían variedad de plantas y río arriba se podían encontrar pequeños bagrecitos que muchas veces fueron a dar fritos en el plato que se compartía.
Otras veces  visitábamos el cerro, y era un disfrute trepar cogidos de las ramas hasta llegar a la cima y escuchar a la maestra aplaudir  para enseñar que el aire es lo que respiramos y al sentirlo en la cara acariciando las mejillas es el aire que se mueve y es el viento que nos trae el sonido agradable del rio cantarín y las aves que, asustadas, se alejan porque mueven sus alitas con sus huesos llenos de aire; que van raudas hasta sus nidos donde ponen sus huevitos de donde saldrán los pichoncitos  calatitos que no vuelan y que esperan que sus padres les den vida al traerles la comida en su pico cariñoso.
En esta escuela la maestra hizo gala de creatividad y empeño. Un año la Inspectoría convocó a un concurso de cuentos y leyendas escolares y ella, con sus niñas, tomando como personajes a diferentes ciudadanos crearon, entre otros, la Leyenda “El tuerto Inocente Ríos y  el toro de Oro” que fueron presentados y recibieron reconocimiento.  El nombre era de un ciudadano real, tuve la suerte de conocerlo; era un señor trigueño, menudito, tuerto, pero un gran herrero, que vivía cerca de la escuela, y siempre prendido de su fragua, dando forma a diversas herramientas, muy gentil y atento, igual que su esposa y sus hijos.
En el Toro se celebra la Fiesta a la Virgen del  Carmen, cada  16 de Julio. Para esta fecha, la maestra con sus niñas, preparaban muchas actividades educativas, logrando la participación activa y con disfrute  de los padres y madres de familia.
 Estas son algunas de las tantas estrategias educativas empeladas por la señorita Mercedes en sus largos 35 años de trajinar como maestra, promoviendo en sus alumnas, alumnos, padres, madres de familia y comunidad, el deseo de transformación y búsqueda de la libertad intelectual; creadora de nuevas formas de vida y de aspiraciones constantes de un futuro diferente. Una maestra que  desempeñó en el contexto educativo rural una serie de funciones repartidas a lo largo del proceso de enseñanza y aprendizaje que se iniciaban. El   planificar las tareas y terminar desempeñando una verdadera labor de liderazgo hicieron que las relaciones docente-alumno-comunidad cobraran nuevo sentido, inscribiéndose en un marco educativo diferente en el que se hizo visible la afinidad de intereses, el ajuste de estilos académicos, la confianza mutua, la acomodación estratégica e incluso las habilidades y conocimientos extra-académicos. Maestra que supo imbuir en las personas la valoración por sí mismas y la confianza en los otros. Una mujer que con su ejemplo motivó nuevas formas de ver el mundo y sus posibilidades.


El liderazgo y la gestión del talento humano
Hermila Amoroto Aranda


La sociedad actual se caracteriza por su dinamismo e incertidumbre, donde los procesos humanos del conocer, hacer y SER deben construirse en una perspectiva de respuesta idónea a los retos de un futuro que demanda la comprensión holística de la realidad para actuar con ella y sobre ellas en forma responsable.
Las instituciones educativas tienen mayores responsabilidades en la transformación cualitativa de los hombres y mujeres que integran la comunidad humana. En nuestro contexto se habla de una educación por competencias; sin embargo se entiende a ésta en una concepción tan reducida que en la práctica solamente se pone  énfasis en el desarrollo de la capacidad y no en las actitudes que conducen a la búsqueda de la felicidad humana. Es imprescindible que los maestros y maestras asumamos que educar ya no es más  la acumulación de información, ésta se puede llevar en un dispositivo USV, lo que necesitamos es aprender a reflexionar sobre nuestras potencialidades y dificultades personales para construir alternativas de solución que involucren los diferentes aspectos del ser humano y su contexto.
Debemos asumir que la realidad no es unifactorial y lineal, que cada aspecto “analizado” o estudiado debe ser visto en su multidimensional causa-efecto y  que la gestión del conocimiento, al interior de las aulas tiene que seguir una perspectiva compleja y dinámica de pensar-actuar, integrando plenamente la teoría con la práctica. El hecho pedagógico, como acción de realización humana y  proceso que contribuye al logro de la humanización debe ser un espacio que involucre la  totalidad del ser humano y en este enfoque, el hombre y la mujer deben ser concebidos como seres relacionales; desde donde confluyen y parten las múltiples  interacciones con la sociedad, con la naturaleza, con la historia y con otros seres humanos.
Es necesario que todos los integrantes de una organización comprendamos que el ser humano es uno y múltiple. Es uno porque siempre permanece con la misma identidad y es múltiple porque está estructurado en diversos niveles y en permanente crecimiento.
En esta multidimensionalidad personal-social-cultural-ambiental, la forma más adecuada de entender la  educación del ser humano es una concepción dialéctica del mismo, donde el hombre y la mujer no son seres estáticos, cerrados, terminados, sino que son abiertos, dinámicos y sujetos a un juego de contradicciones que provocan su desarrollo. El docente, como mentor en la creación de cultura, es el líder innovador que propicia el contacto con la realidad, la imaginación creadora, la capacidad de interpretar y responder a los desafíos históricos, la afectividad, la relación social e interpersonal y finalmente, la transformación y la trascendencia del ser social.
Así el hecho pedagógico se convierte en una experiencia plenamente satisfactoria; en una aventura fascinante que involucra no sòlo la parte cognitiva sino que afecta, sobre todo, las emociones y los sentimientos que comprometen y se convierten en el motor del cambio. Pensar en un maestro de matemática que coge su guitarra para cantarle a la vida desde una interpretación que cohesione emotivamente el análisis de la división celular con la multiplicación de los seres vivos en el planeta, será aquél o aquélla que despierte en sus estudiantes el deseo de comprender el mundo con los ojos y el  corazón del que ve y siente que razonar matemáticamente no es solamente saber las operaciones fundamentales sino que es saber tomar decisiones con lógica humana sin atentar contra los otros o las otras, que el razonamiento nos lleva a sumar y no a dividir a los seres humanos.  En este mismo prisma de entendimiento, él o la maestra de comunicación centrará su docencia en la construcción y consolidación de espacios para comunicarnos asertivamente, con la confianza de un entendimiento mutuo universal que no se limita a exponer ideas sino a conjugar los sentimientos mutuos que permitan ampliar los horizontes y lograr la trascendencia humana.  Que el profesor de  Química o Biología nos  permita conocer que nuestro cerebro es un órgano maravilloso y que de su educación total depende la calidad de vida de las personas, la concepción del  ser y del convivir con responsabilidad social, buscando el desarrollo del yo y de los otros;  que orienta la interacción respetuosa y amigable con la naturaleza y por tanto la conservación de la vida y la especie humana. Que en las clases de historia no se memoricen los hechos, se aprenda a construir historias desde el hoy y hasta el siempre; que los hombre y mujeres del Perú entendamos que nuestra voz  es el himno de libertad que reforzamos día a día y que cada uno de nosotros es el responsable del mañana que tengamos. Que el arte, la matemática y la física se articulen en proyectos que humanicen a la gente, que desde ellos se analice la implicancia de los actos, se generen otras formas de  aprender que no estamos solos, que las fuerzas naturales se alteran y arremeten cuando el hombre los somete a tensiones que destruyen su equilibrio. Que la lógica no sólo nos permita conocer la unión y disyunción de contenidos, que nos enseñe a razonar y asumir la implicancia de nuestros actos. 
En este proceso de cambio, la investigación se convierte en el eje fundamental alrededor del cual se movilizan las intenciones y acciones de búsqueda de nuevas opciones, donde los hombres y mujeres tengamos la opción de contrastar ideas y opiniones orientados a crear cultura, a desarrollar la educación  que necesitamos para transformar nuestra realidad en crisis por una realidad promisoria.  
Que los Docentes asuman la responsabilidad que tienen ante la praxis educativa; se logra sobre la reflexión de la base de su ejercicio pedagógico, orientado a formar un ciudadano transformador de una sociedad, consustanciada con la naturaleza de su pueblo y del mundo, con el quehacer de la plástica, la música, la cultura popular, la artesanía, el deporte y la recreación. El cambio educativo comienza por el maestro como generador de aprendizajes significativos.
En esta perspectiva, cada integrante de una organización educativa se convierta en un líder comprometido en el desarrollo institucional de manera sistémica e integral, buscando el bienestar general mediante una dirección trascendental para el logro de una administración efectiva, un servicio de calidad total y un liderazgo transformador.